lunes, 24 de diciembre de 2007

Discurso de Navidad

Si el Rey da uno yo no voy a ser menos:


Nerea llevaba más de media hora esperando a que viniera su acompañante, estaba acostumbrada a los retrasos continuos de este. No se encontraba muy bien, estaba cansada y algo deprimida después de una semana muy dura. En un principio se planteo incluso irse, pero después de lo difícil que le resulto hacer la reserva en el restaurante decidió quedarse.

Llevaba tiempo observando desde su mesa a un grupo de jóvenes que no paraba de armar jaleo.

Hubo algo que le llamo la atención de ese grupo desde un principio; ¡todos lo componentes habían sido de un forma directa o indirecta parte de su vida en el último año!


En el había una chica rubia que no paraba de indicar a cada uno donde debía sentarse, si no recordaba mal se llamaba Rocío. Había sido la profesora de su hija, tuvo que hablar en varias ocasiones con ella, la verdad que cuando la conoció le pareció una persona muy entregada e ilusionada con sus niños tenía la habilidad de transmitir alegría a los que estaba a su alrededor, le estaba muy agradecida porque le ayudo mucho cuando tuvo que cambiar a su hija de colegio.

Curiosamente la profesora de su hija en el nuevo colegio estaba también ese grupo. Era la rubia de rizos que de vez en cuando llamaba al camarero diciéndole churi, para el deleite de sus amigos. Se llamaba María una chica muy sincera y guasona que había conseguido enderezar a su hija con la ayuda de un profesor particular que ella misma le recomendo.

Ese profesor estaba allí también, se llamaba José Miguel, Nerea le estaba muy agradecida por la atención que le prestaba a su hija. La verdad que si su hija pusiera la mitad de interés que pone José Miguel su hija no tendría tantos problemas en el colegio.

La verdad es que la hija de Nerea lo había pasado muy mal durante el divorcio a pesar de la buena labor de los abogados ya que aceleraron mucho el proceso.

Para sorpresa de Nerea el abogado de su marido y la de ella estaban en ese grupo de jóvenes. Él se llamaba Julio era un abogado muy metódico y ordenado no dejaba que nada dependiera del azar, en cambio tenía una costumbre algo extraña; echar a su coche gasolina normal siendo diesel el coche.

En cambio su abogada Isa era más alocada y extrovertida que tenía el don de transmitir una ilusión enorme a los demás, sin embargo a veces no se entendía muy bien con ella, ya que Isa entraba en tecnicismos de la lengua a los que Nerea no llegaba a alcanzar.


Para colmo de su sorpresa, allí estaba también Oli el carpintero que le montó la cocina de su nuevo piso tras la separación. Oli montaba cocinas los fines de semana para sacarse el máximo dinerillo posible, ya que tenía una ilusión enorme por vivir con su pareja Patri. La verdad pensó Nerea: espero que lo consiga y que sus amigos disfruten de verlo tan feliz.

Allí también estaba Borja, era el que más jaleo formaba dentro del grupo. Le estaba muy agradecida a ese chico ya que fue quien la preseleccionó para el trabajo que tenía actualmente. De el recordaba que era una persona muy distendida eso si algo pervertido porque durante toda la entrevista que le hizo no le miró ni una sola vez a los ojos, más bien miraba hacía…. En definitiva era un chico que sabía lo que quería a pesar de los libros tan raros que leía.

A su lado estaba una chica morena, muy guapa por cierto. Fue la psicóloga que ayudo a Nerea a pasar el trance de la separación, esta chica era muy simpática y divertida, además salía con un chico muy pero que muy guapo. Ella se llamaba Mónica y la verdad que del chico no me acuerdo del nombre.


Al final de la mesa había una chica que conoció durante el viaje a Italia que le recomendó la psicóloga que hiciera para evadirse y despejarse un poco de los problemas. A esta chica la conoció en la catedral de Florencia cuando le ayudo a deshacerse de un chico italiano que quería ligar con ella, se llamaba Paula. Después de eso fueron ha tomar un capuchino, donde Paula le transmitió el amor que sentía hacía ese País.

El ultimo miembro de ese grupo era una chica con la que discutió hace un momento antes de llegar al restaurante, al parecer se llamaba Anita. La discusión fue porque Anita se salto un semáforo mientras Nerea cruzaba. Lo curioso fue que cuando Nerea fue a pedirle explicaciones de porque se había saltado el semáforo Anita le dijo que ese semáforo no servía para nada y que como se pusiera tonta le recitaba el abecedario eructando. Nerea se quedo perpleja y decidió irse antes de que esto sucediera.


Nerea no cabía en su asombro de que ese grupo de personas tan distintas fueran amigos, y no solo que fueran amigos, sino la sensación tan maravillosa que transmitían, parecían una gran familia en la que no había escalas de afecto ni obligaciones de unos con los otros.

Entonces Nerea decidió marcharse y no esperar más. Ya había esperado bastante en la vida, y esa noche aprendió la lección más grande que nadie pueda aprender jamás.

El valor de la AMISTAD

3 comentarios:

Chio dijo...

Oooooh!!!
Si es que por más que lo lea, me sigue emocionando. Discurso original donde los haya, resaltando como siempre el valor tan grande que tenemos los Motamigos.
Esperemos que esta amistad no la perdamos nunca, porque estamos convirtiéndonos en algo maravillos.
Os quiero!!!

P.D.: bienvenido al mundo de los blog Mota!!!

A.C. Oliver dijo...

ya has sido añadido a favoritos. En breve creare el enlace en mi cada vez mas desactualizado blog, la culpa, como todo, de los bancos :P

A.C.Oliver (Nochebuena antes de navidad)

Anónimo dijo...

La verdad es que ha quedado genial